Para los que vivimos en la ciudad, esta es una experiencia única. Ver un día de jornal, el trabajo del llanero, la vida del campo, es un desconecte muy bacano. Cambiar los pitos de los carros por el “mu” de las vacas, el humo de las industrias por el aire fresco, los tacones y la corbata por un sombrero y unas botas, no tiene precio. Recomendadísimo 100 por ciento!!!
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